Insomnio

«Emir no podía dormir. Había cambiado de postura cinco veces en los últimos diez minutos y ninguna le daba tregua. Las cobijas se sentían como un peso insoportable sobre el cuerpo. Miraba el techo y sentía el eco de su respiración rebotar en las paredes.

Ella estaba ahí, a unos pasos, detrás de una puerta de madera que conocía de memoria, que había cerrado cientos de veces, pero que esta noche… pesaba distinto.»