Intimidad

«Ella se incorporó con suavidad y, por primera vez, lo miró.

Su cuerpo estaba prácticamente desnudo.

Sintió una punzada inesperada. El sonrojo le volvió a subir por las mejillas, esta vez sin lágrimas. Nunca lo había visto así. Cada músculo, cada curva cálida, se le marcaba en la retina con un asombro tímido.

—Lamento haber llegado así. Te ibas a duchar…

Gael arqueó una ceja con una sonrisa divertida.

—No, Emma. Ya iba a dormir.

Ella lo miró con los ojos demasiado abiertos.

—¿Duermes así? —preguntó, señalando lo evidente.

Él sonrió más.

—Sí. Aunque todavía no estaba completamente listo.»